La relevancia de la formación como voluntarios

MARIA ELENA ALFARO
Vicepresidenta FCVS
Directora Fundació Ared

 

Resulta un reto escribir  sobre un tema tan relevante como es la formación como voluntarios, ya que ha conquistado ni más ni menos que la categoría de “derecho” para los voluntarios y de “deber” para las entidades. Donde hay un derecho y un deber suele haber una necesidad humana universal.

Efectivamente damos respuesta a las necesidades humanas con bienes, modos de satisfacerlas (“satisfactores” decía nuestros amigos del “Desarrollo a Escala Humana” que a todos recomiendo), caminos, atajos, estrategias y herramientas para satisfacerlas, aunque no todas las respuestas a las necesidades que tenemos son del mismo valor. Hay respuestas que satisfacen una sola necesidad, y hay otras que dan respuesta a varias necesidades de manera simultánea y las llamamos “sinérgicas”.

Intentaremos abordar el tema de la formación de los voluntarios, como una respuesta sinérgica y de calidad, a una necesidad que todos nosotros tenemos, pero que sobre todo, seremos respuesta adecuada con nuestra acción voluntaria, a las personas que atendemos, a los proyectos en los que estamos comprometidos, a las entidades a las que pertenecemos y a una sociedad que espera de nosotros la transformación social, nuevas maneras de vivir y convivir, una comunidad con menores o ninguna desigualdad, un contexto que nos habilite a todos por nuestras capacidades y potencialidades.

No me referiré a la formación necesaria para saber hacer, ya que está muy desarrollada en nuestros ámbitos, sino que bordaré algunas notas sobre la formación que considero necesaria, y en ocasiones urgente, para desarrollar nuestro ser persona, los valores de la libertad, la gratuidad, la magnanimidad (la grandeza del alma), la universalidad y la reciprocidad. Y la formación que necesitamos para relacionarnos de maneras nuevas, para comunicarnos de manera no violenta, formación para el acompañamiento y el saber estar.

Disculpar que insista en estas áreas; quienes me habéis leído sobre las competencias que creo necesarias en personas que tenemos en nuestras manos el servicio de coordinar, impulsar, acompañar, dirigir, presidir, liderar, habéis detectado esta especie de reiteración: no sé si es la etapa vital que va trayendo una cierta sabiduría, pero cada día encuentro más luz, en las personas que nos acompañan y que se van construyendo a sí mismas desde la integridad, la integralidad: es un gusto caminar a su lado!! Facilitan la vida, soplan dones, descubren potencialidades.

Formación para el acompañamiento

Como expresa magníficamente Dolores Aleixandre: ”porque sólo crecemos y nos esponjamos por dentro y hasta por fuera cuando alguien nos demuestra que tiene fe en nosotros, cuando su manera de mirarnos y de hablarnos nos comunica, sin necesidad de muchas palabras, que somos valiosos y merecedores de amor y  de confianza, y que está bien que seamos tal cual somos”. No necesita comentarios. ¿Qué hacemos los voluntarios si no es acompañar con delicadeza el caminar de otras personas?

Formación para la gratuidad

El gran valor de la gratuidad, que es una faceta de la libertad. Muchas horas dedicadas a la escucha activa, escucha que no se anticipa con la palabra a verbalizar la solución porque en ocasiones no la tenemos, escucha que deja fluir la experiencia y no frena, ni altera, ni interpreta el relato, ni juzga ni evalúa, sólo acoge y acompaña. Formación para la escucha que acoge. Para la maternidad que recibe, acompaña y espera, siembra, vela, cree y sueña futuros.

Formación para el equilibrio entre el dar y el recibir

Formación para la humildad, para la igualdad, para ser verdaderamente humanos. Nadie duda que los voluntarios tenemos muy desarrollada la generosidad y gracias a ello aportamos lo que aportamos allí donde nos encontramos: es nuestra manera de situarnos, nos sale naturalmente, lo llevamos puesto. Aunque hay momentos de la experiencia voluntaria que es necesario comenzar a formarnos para recibir toda la riqueza que la otra persona le está regalando a nuestra vida. Es ese camino de vuelta en el viaje que separa al centro penitenciario de nuestra casa, mientras vamos conversando con los otros voluntarios, el impacto que cada una de las personas que estaban en el módulo, va haciendo a nuestra vida cotidiana.

Formación para ser agradecidos con lo que hemos recibido gratuitamente

Y das gracias por la vida por la mañana cuando te levantas con el despertador y no con alguien que debe abrir la puerta de la celda, y das gracias a la vida porque te espera un trabajo, y das gracias porque dispones del gran valor de la “libertad para”… y así con todas y cada una de las situaciones que acompañamos. “Agradecer es la respuesta apropiada de quien ha recibido lo que necesitaba”. ”Agradecer es un modo de reconocer la generosidad ajena y a la vez hacerla propia”, como dice mi amigo y filósofo Fernando Rovetta.

Formación para pedir con claridad aquello que necesitamos

Formación para una comunicación entre iguales en dignidad, para una comunicación clara, sin metáforas ni rodeos, que pide lo que “necesita” y que está abierta tanto al sí como al “no”. Pedido que hace valiosa a la otra persona ya que la reconocemos con capacidades para dar, para darse a sí misma. Aunque para pedir debemos tener clara conciencia de nuestro propios límites y necesidades.

Formación para aprender a pedir perdón y perdonar

Este renglón daría para un artículo él solo, pero intentaremos una línea. “Pedir perdón y perdonar acaso sean las más urgentes así como también las más difíciles empresas entre seres humanos, después de siglos de guerras saqueos y violencias”. “El perdonar se orienta hacia lo humano demasiado humano”. ”Para ello hace falta admitir los propios errores y llegar a reconocer los aciertos ajenos.”

¿Quién de nosotros no se ha encontrado en la acción voluntaria, una y mil veces con heridas propias y ajenas que se agrandan y se agrandan sin cicatrizar por esta dificultad de hacernos a nosotros mismos el regalo del perdón? Qué luz arrojan terapeutas y acompañantes de la existencia cuando te preguntan: “¿Qué es lo que no puedes perdonar? ¿Perdonarte? ¿Cuántos cursos de formación de los buenos, son sobre este tema? Hasta los especialistas de la psiquiatría comienzan a asimilar salud y perdón.

Formación para alabar, motivar, alentar

Movimiento del alma que también parece pertenecer a esos niveles “humanos más que humanos”. ”Alabar  consiste en manifestar admiración por el otro y por sus obras. Supone una superación de la envidia que consiste en la tristeza por el bien ajeno”

Afortunadamente la oferta formativa de los faros a los que acude nuestro caminar, apuntan muchos de ellos en estas direcciones: acompañamos con toda nuestra persona, estamos presentes con la totalidad de la existencia, somos voluntarios en medio de contextos que expresan mensajes inclusive contradictorios. Efectivamente la formación es un derecho y un deber. Las personas que atendemos tienen derecho a la excelencia tan necesaria.